Valor versus precio

Todos conocemos el impacto de la ley de la oferta y la demanda en el precio final de los vinos. De hecho, ciertos vinos son muy buscados por los conocedores, lo que puede elevar el precio de determinadas añadas a nuevos niveles. Asimismo, la reputación de un productor, la reputación de determinadas variedades de uva o la rareza de determinadas botellas pueden hacer que los precios se disparen.
Todos estos elementos se derivan más o menos de la ley del mercado, a la que con frecuencia se hace referencia como ley de la oferta y la demanda.
Este artículo pretende centrarse en la descripción de las 4 principales fuentes de valor de un vino fuera de la lógica de la ley de la oferta y la demanda.

Una descripción general de los 4 principales impulsores del valor intrínseco

Esquemáticamente, podemos resumir las fuentes del valor intrínseco de un vino determinado en cuatro elementos que influyen en la cantidad producida: los rendimientos, el terroir, el trabajo del enólogo y la calidad de la añada.
En efecto, la calidad de un vino depende en parte del trabajo de las vides y de sus rendimientos: cuanto menores son los rendimientos, más concentradas y por tanto cualitativas son las uvas (mientras que cuanto más altas son, más diluida está la materia). Y lo que es más, los rendimientos fiables suelen ser sinónimo de vides viejas, que extraen profundidad para obtener sus nutrientes y producen vinos más complejos. Por tanto, es fácil comprender que, para que un viticultor pueda permitirse producir bajos rendimientos y, por tanto, un vino de mayor calidad, esté obligado a promocionar mejor su vino (ya que producirá cantidades mucho menores). Naturalmente, la calidad de un terruño está fuertemente correlacionada con el precio por hectárea de viñedo y un viticultor que se instale en un terruño muy conocido podrá lógicamente adquirir una superficie mucho menor que si hubiera optado por un terruño considerado menos cualitativo ( el precio de la vid no tiene nada que ver entre una hectárea de grand cru bordelés y una hectárea en Chile por ejemplo). Y quién dice que poca superficie significa poca producción, por lo que si el viticultor que tiene sólo unas pocas hectáreas quiere sobrevivir se ve obligado a vender su vino más caro que el viticultor que posee cien hectáreas.

La importancia de las elecciones del enólogo

Por último, el trabajo del viticultor también juega un papel esencial en el precio del vino: un dominio Agricultura Orgánica certificada o Deméter requiere más trabajo humano, generalmente genera menores rendimientos e induce mayores riesgos de pérdida. Asimismo, un campo donde la mecanización es mínima genera un costo salarial total mayor.
También cabe destacar que entran en juego muchos parámetros en materia de inversión:

  • la elección de los barriles (los barriles nuevos tienen un coste considerable, los productores de barriles de gran reputación venden sus barriles a un precio muy caro)
  • la duración de la crianza del vino (cuanto mayor es la duración, más probable es que se retrase el dinero entrante, de ahí la creación del sistema de venta en primeur en Burdeos).

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