“Gravelle” es el nombre que se le da a un depósito (a menudo encontrado en el fondo de algunas botellas de vino) que se parece a una arena muy fina. Aunque pueda parecer desagradable para los inexpertos, este depósito es particularmente notorio en los vinos blancos y no debe verse como un defecto. No representan ningún peligro para el consumidor. En realidad, son solo cristales de bitartrato de potasio, un subproducto del ácido tartárico, un ácido orgánico que se encuentra en las uvas y que precipita cuando se expone al frío. Normalmente, este depósito se forma en las barricas durante todo el invierno, pero en ocasiones, parte del bitartrato de potasio no se insolubiliza por completo.

Debido a esto, el vino seguirá saturado de sal, que finalmente se depositará en la botella. Dado que el ácido tartárico hace que se pierda una parte de la acidez del vino, la precipitación del bitartrato de potasio (también conocida como “crème de tartre” en francés) realza el vino.

Cabe señalar que este depósito a menudo se elimina mediante una estabilización en frío antes del embotellado. Esto acelerará la precipitación de los cristales y los separará del vino final.

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